IDEAS GENERALES SOBRE EL MÉTODO. MANUAL PRÁCTICO, MARÍA MONTESORI

Tener en cuenta las necesidades del niño y satisfacerlas para que su vida pueda desenvolverse plenamente es el fundamento de la nueva educación. Antiguamente la educación se proponía preparar al niño para la vida social que debería vivir un día. Por eso procurábamos hacerlo nuestro imitador, poner su voluntad bajo el yugo de la obediencia, someter su genio creador a la imitación e instruirlo en lo que creíamos necesario para vivir en nuestro ambiente civilizado.

El ambiente social que ha sido hecho por nosotros es desproporcionado e incomprensible para él, que de este modo, forzosamente es un desterrado social, y se puede decir que muy a menudo la escuela representa la verdadera prisión de este ser inadaptable.

En las necesidades del niño no se ve la humanidad y las necesidades urgentes del alma infantil. El hombre que guarda en secreto el niño, queda desconocido; vemos solamente en él sus reacciones de defensa y su enérgica protesta, sus gritos, sus quejas, sus caprichos, la timidez, la desobediencia, la mentira, el egoísmo, el espíritu de destrucción. Así hemos cometido el error de juzgar las reacciones de defensa como la psicología característica de los niños, y nos hemos apresurado a corregirlas duramente, muchas veces hasta con castigos corporales.

Comencemos por proveer a las necesidades del niño disponiendo un ambiente adaptado a su personalidad. Ello es una obra de servicio social, porque aquel no puede desenvolver una verdadera vida en el ambiente complicado de nuestra sociedad, y menos aun en el de los refugios y prisiones que llamamos escuelas. Es preciso sustraerle a la acción demoledora que, sin darse tregua, ejerce el adulto sobre él, a veces con vigilancia continua, otras con enseñanzas perpetuas, con restricciones arbitrarias, etc.

En lugar de esto, debemos prepararle un ambiente donde la vigilancia del adulto y sus enseñanzas se reduzcan al mínimo posible: cuanto más se reduzca la acción del adulto, tanto más perfecto será el ambiente. Este es el problema fundamental de la educación. La divisa de San Juan, el precursor: conviene que el crezca y que yo disminuya.

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