«La reclusión se ejerce en nombre de objetivos muy distintos, como la rehabilitación, la protección, el castigo o la prevención. Pero son enormes los daños provocados a niños, adolescentes y adultos sometidos a prácticas discrecionales de regulación de su vida cotidiana»
Esta frase que encontrarán en el libro Pedagogía insumisa, en el capítulo dedicado a la incompletud de la tarea educativa, dice bien de lo que se trata. Se trata de oponerse y hacer objeción a las prácticas del poder haciendo uso de una pedagogía que objeta en favor de los sujetos, que dice «¡no!» a los procesos de homogeneización, segregación y cosificación de la «maquinaria de reproducción de los destinos». «Cuando la educación es considerada un producto, se la cosifica» nos advierten los autores de este excelente libro. Ellos plantean una acción a contracorriente de «la perversión de sostener un orden social» regido por una vocación de moralización a la que es necesario oponerse.
Luis Parodi ha desarrollado su práctica en una diversidad de instituciones que ejecutan el encierro; hogares infantiles, centros de rehabilitación y penitenciarios allí donde redoblar la apuesta por la humanización deviene imprescindible, hacer vivibles estos espacios a partir de una estrategia pedagógica que califica de «desobediente». Su recorrido comienza en el exilio, en Francia a finales de la década de 1970, «allí toma contacto con el sufrimiento del otro y con el sinsentido de la repetición de los mismos modos de acción». A su regreso a Montevideo (Uruguay) trabaja en el Consejo del Niño, el Programa Calle, la Red de Casas Jóvenes o la cárcel de punta de Rieles.
Los educadores Diego Silva Balerio y Paola Pastore, autores del libro, trazan un recorrido de conceptos y prácticas a partir de sus entrevistas con Parodi haciendo emerger algo de lo inclasificable y único de una práctica improbable en territorios complejos[1]. Este texto forma parte de una tradición que nos anima a leer la praxis en un movimiento que va desde la deconstrucción como operación de desmontaje que permita observar la «precariedad del edificio», su estructura de discurso, hacia la elaboración de conceptos que sin renunciar a la articulación entre la teoría y la práctica atrapen algo fundamental del quehacer cotidiano profesional, de la vida institucional, que nos permita orientarnos en la complejidad que conlleva el trabajo en instituciones diversas.
Es por tanto un libro que hace propuestas, entre ellas: (1) una manera específica de articular y concebir espacios de vida en el corazón de las instituciones, (2) reintroducir el «afuera» como principio organizador de las prácticas de encierro, (3) plantear diferentes acciones que permitan articular la singularidad sin renunciar a la dimensión colectiva, (4) dirigirse a un sujeto de deseo o (5) su apuesta firme por la construcción de una red como modalidad de respuesta frente a las problemáticas emergentes.
Espacios de vida
Frente a la tradición del control, la alienación y el forzamiento como ejes vertebradores de una práctica, Parodi se plantea una tarea imposible: construir humanidad en instituciones que producen efectos de aislamiento, encierro y deshumanización. «Se trata para él de armar un cotidiano como plataforma de estabilidad y cuidado; requiere asumir riesgos, inventar y componer proyectos que conecten a los sujetos y a la cultura en un afuera donde está la vida» en una conversación constante con instituciones de lo social y educativo que asuman la tarea conjunta de filiación simbólica y material. Tejer una red (simbólica y real) en torno a un sujeto.
Para ello se centra en generar espacios de vida cotidiana en el marco de instituciones de encierro. Este tratamiento de lo cotidiano, del espacio y de la atmósfera del servicio, resulta central en su trabajo. Se trata de una operación que pone en primer plano la construcción de un Otro institucional capaz de albergar y acoger las diferentes posiciones subjetivas, dando la voz y la palabra, haciendo del proyecto de cada sujeto el proyecto de la institución. Una práctica que no renuncia a la tensión necesaria entre lo colectivo y lo subjetivo considerando ambas perspectivas como manifestaciones diferenciadas pero referidas a un mismo proceso de humanización. Como sostiene Parodi «la diversidad es una obligación del educador, del estado».
Construir un afuera
«El centro de la vida institucional son los sujetos, no las reglas institucionales» sostiene Parodi: «la institución no es la vida del sujeto. El afuera, la cultura, la sociedad, los otros son el principal ordenador de toda la propuesta de convivencia; no alcanza con que las cosas funcionen bien dentro del internado. El trabajo educativo, en el internado, es necesariamente entre el cada uno y lo colectivo». Introducir la dimensión del afuera permite incorporar lo impredecible y lo incalculable de toda acción pedagógica frente a lo pre-decible de los programas que reproducen prácticas de segregación centradas en cálculos estadísticos. Es una manera de agujerear el saber (poder) de la institución para hacer espacio al saber del sujeto, aquel que nos interesa promocionar.
Parodi, y con él los autores del libro, sostienen una hipótesis de trabajo excéntrica, es decir, que sitúa el centro donde realmente está, en el afuera. Esta orientación resulta fundamental para la ética del acto educativo, clínico o social, ya que descompleta y vacía la ilusión de un yo integrado, centrado e idéntico a sí mismo. La idea de sujeto no puede pensarse sin un afuera, sin un exterior que es el mundo (los otros) que nos habita y nos constituye. El psicoanalista francés Jacques Lacan plantea el concepto de «extimidad» para referirse a lo íntimo y, al mismo tiempo, extranjero que habita en cada uno de nosotros. El sujeto que nos interesa, en el campo de las prácticas sociales, es aquel que se encuentra dividido, atravesado por un malestar, un sujeto descentrado en relación a un Otro. Por eso, en el nivel de la práctica se trata de acompañar a cada sujeto a re-construir un Otro a la medida de sus posibilidades e intereses, un afuera vivible y habitable. Un hábitat en el que cada sujeto pueda incluirse, vivir.
«Cuando un espacio se vuelve concentracionario, la formación de una red crea una suerte de fuera que permite a lo humano sobrevivir» (Delingy, 2015)
Poner el acento en el afuera, también en la cultura y en la comunidad, permite ordenar una práctica que sin este elemento extranjero corre el riesgo de devenir excesiva, intrusiva, de manera que la referencia al afuera, al porvenir, resulta estructurante en su dimensión ética; hace de límite frente a la voluntad terapéutica y evaluadora. Una operación de deslocalización que «requiere del retiro del ego del educador, salirse del centro, dejar que el sujeto tome el control de la situación».
El esfuerzo de Parodi para tratar de acercarse a una definición del real que una red puede atrapar lo tenemos en la siguiente fórmula paradójica: «Una red que no es objeto, ni metodología o categoría de análisis, sino una forma de ser». Este es el tipo de red que nos interesa construir e inventar en cada situación, una red elevada a la categoría de creación de un sujeto como modo de tratar su malestar. Una red como forma de ser.
Una práctica deseante
Es muy estimulante la propuesta de incorporar el placer como potencia que dinamiza y vertebra la acción educativa. Es una manera de no perder de vista la brújula de la satisfacción incorporando el cuerpo como lugar de inscripción en un discurso que pretende abordar la complejidad de la condición humana. En palabras de Parodi el educador debe ser capaz de «discernir qué es lo importante para el otro», qué de su deseo se pone en juego, con qué conecta el deseo del otro.
Una intuición por la que Parodi se deja orientar y que lo lleva a pluralizar y multiplicar lo que podríamos llamar «prácticas de deseo» que se materializan en la creación de espacios para la música, el arte, la cultura, los oficios o el trabajo así como cualquier manifestación de lo humano a partir del deseo de cada sujeto implicado. Son prácticas que se apoyan en la singularidad de cada persona, en su diferencia absoluta, en aquello de lo que un sujeto obtiene una satisfacción particular y no universal y que, no por casualidad, lo vincula con una actividad que hace lazo y que anuda deseo, palabra y vínculo social.
Esta manera de pensar la práctica implica que entre el lazo social y el sujeto hay una satisfacción. Para que un vínculo social sea posible es necesario que algo de lo particular e íntimo del goce de un sujeto se ponga en juego. Nos socializamos a partir de nuestras modalidades de goce. Para introducir esta dimensión del deseo los autores no dudan en recurrir al psicoanálisis como práctica que desde Freud hasta Lacan se organiza a partir de la dimensión del placer, del cuerpo y del deseo como ejes de la subjetividad.
En el texto encontramos una cita de Violeta Núñez que permite ubicar lo imposible del trabajo pedagógico, lo que no se puede educar, como principio organizador de nuestras prácticas. Dos consecuencias se derivan de esta apuesta pedagógica: la brújula del deseo y el enigma de la educación: «El primer enigma de la educación es el sujeto particular (el de la preferencia), que ocupa el lugar de sujeto de la educación. En dicho lugar, ese sujeto particular puede tomar a cargo la realización social de aquello que lo mueve, que lo constituye: el punto cero y opaco de su preferencia. El trabajo educativo no pretende ocuparse de qué mueve al sujeto a elegir lo que elige. Ese es el límite subjetivo de la educación; es la peculiar cifra en la que cada humano se constituye en términos de subjetividad. El educador trabaja a partir de esa preferencia u opción subjetiva, proporcionando maneras sociales de hacer con lo que cada uno escoge (Bernfeld). No se trata entonces de reprimir los modos de satisfacción del sujeto (núcleo de las políticas de control social), sino de posibilitar su articulación con modalidades culturales de realización. Este es el verdadero problema del trabajo educativo».
La red como un modo de ser
Esta frase atribuida a Deligny nos permite acercarnos a una nueva manera de pensar las redes de atención, elevando la red a la dignidad de una invención del sujeto para abordar su malestar. ¿Qué significa esto? Que la red ha desplazado al Uno de la modernidad, a la pérdida de la autoridad del padre (la degradación del patriarcado) le sigue el «entre varios» de la red asistencial. Es decir, que la red es otro nombre del Otro y por eso es necesario tratarla, organizar las redes de atención a partir de una serie de principios rectores: singularidad, colaboración, ética. De lo contrario el sujeto puede quedar atrapado en el interior de la red: cronificación, iatrogenia, estigma y derivación del problema.
«La red es, sin duda, el nuevo significante amo. Pero, la paradoja es que es siempre el sujeto quien le otorga el valor de Otro en su vida. Claro, que para hacer uso de la red, es preciso que alguien esté al otro lado, de cuerpo presente. Que alguien encarne y ponga su deseo en juego para acompañar y sostener esas vidas en crisis. Sin ese preliminar, la red se pervierte en sistemas de control y exclusión social, enseña su cara más sádica y persecutoria, sea por la indiferencia con la que trata al sujeto o sea por su afán escudriñador y coercitivo» (Ubieto, 2021).
Historias y experiencias de la Educación Social
Como señalan sus autores, este libro es producto del proyecto Historias y experiencias de la educación social en Uruguay, que se inscribe en una línea de investigación que trata de recuperar a figuras notables de la pedagogía y la acción social, en este caso, abordando la teoría y la práctica educativa de Luis Parodi en su trayectoria de cuarenta años de trabajo en distintos proyectos educativos en instituciones de encierro. El presente libro propone un conjunto de categorías pedagógicas muy valiosas para pensar nuestra praxis poniéndolas a disposición de las nuevas generaciones de educadoras y educadores. Un aporte significativo para las prácticas educativas en instituciones de encierro, punitivo y protector, porque «con gestos anarquistas» (Frigerio, 2007) desobedece los mandatos de época para dar lugar, espacio y tiempo a los sujetos de la educación.
«El cambio en las prácticas de destrucción del otro comienza con un gesto de renuncia. Se refiere a un movimiento dual, a abdicar del ejercicio de un poder absoluto para que el sujeto ocupe una posición de protagonismo en la construcción de sus proyectos. Y, al mismo tiempo, descentrar al educador en la relación educativa, para que esta se organice en torno al deseo, el interés, la preferencia o el placer del sujeto de la educación. De esta forma, la propuesta educativa se compone de manera singular, para armar acuerdos particulares que dinamizan el trabajo educativo» (p.68)
Para concluir
Los autores nos recuerdan que el conflicto emergente se sitúa en buena medida entre la ética de los profesionales de los servicios públicos y la ideología capitalista (Laval y Dardot, 2015). Esta tensión entre la ética y la ideología es consustancial a nuestra actualidad asistencial, frente a la omnipotencia del capitalismo y las ideologías del control, la reproducción y la evaluación se propone una práctica de la «deconstrucción» que desafíe y provoque «ir más allá de lo institucionalizado». Asumir ciertos riesgos e inventar nuevas formas de hacer institución «con las que construir humanidad y destituir el aislamiento social y la deshumanización».
«Algunas desobediencias o indisciplinas a veces son muy fecundas, corresponden a una invención. Numerosas invenciones se relacionan con indisciplinas, con maneras de no seguir lo que estaba en el orden general» (Nancy, 2016, p.27)
Cosme Sánchez, Junio 2022
Notas y referencias:
Deligny, F. (2015). Los vagabundos eficaces. Barcelona, España: UOC.
Laval, C.; Dardot, P. (2015). Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI. Barcelona, España: Gedisa.
Nancy, J. L. (2016). ¿Por qué desobedecemos? Buenos Aires, Argentina: Editorial Capin.
Ubieto, J.R. (2021). Prólogo a Desinserciones y lazo social. Una práctica orientada por la singularidad. Cosme Sánchez. Barcelona, España: UOC.
[1] Algunas de las entrevistas con Parodi se encuentran editadas y publicadas en el canal de YouTube Pedagogía Social Uruguay y resultan un complemento de gran interés para la transmisión y comprensión de esta práctica inclasificable y única.